El balón, principal protagonista.
Las Palmas se presenta con un sello muy particular en su estilo de juego. El balón ha retomado el protagonismo perdido en las últimas temporadas y los futbolistas calientan, incluso, con un esférico en los pies. Así, la plantilla dirigida por Sergio Lobera va asumiendo un estilo de fútbol, adaptado a la capacidad real del equipo, con claras pinceladas del juego pretendido en La Masía, escuela del Barcelona, donde el técnico entrenó durante ocho temporadas.
Sin agravios comparativos con el estilo de los blaugranas, la Unión Deportiva intenta, bajo cualquier precepto, sacar el balón en raso desde la portería. Olvidados los balones largos de años anteriores y propios de la categoría de plata, los centrales deben situarse en las proximidades del área; a su vez, los laterales se transforman en extremos y el aporte ofensivo es ejecutado, prácticamente, por toda la plantilla, ya que los mediocampistas irrumpen por el centro de la zaga visitante y los delanteros se alternan con éstos para descolocar a sus rivales. La verticalidad en los últimos metros resulta determinante y un serio peligro para el equipo que tiene enfrente.
En el apartado defensivo, el esquema no difiere del realizado por el club catalán. El delantero es el primer defensor, que debe presionar activamente la salida del balón junto a los extremos del equipo para, así, recuperar la pelota lo antes posible. De no lograrlo, el mediocentro hace las funciones de central, mientras que los laterales recuperan su posición. Se puede llegar a ver a hasta tres futbolistas encimando a un solo adversario.
Las virtudes del planteamiento son múltiples, ya que el desgaste del contrario es amplio al no contar, durante muchos minutos, con la posesión. Pero hay dos aspectos que desentonan en esta filosofía de juego. Primero, Las Palmas no ejecuta con velocidad los contragolpes y su juego de ataque suele diluirse en la zona media si el contrincante juega defensivamente; y en segundo lugar, el desgaste físico exigido para presionar, defender y atacar deja sin baterías a los jugadores a partir de los 70 minutos de juego. Todo un hándicap en los momentos finales si el resultado es ajustado.
Al margen del estilo, que sin lugar a dudas convence a los parroquianos del estadio de Gran Canaria, en las tres jornadas se ha visto la cara y cruz en el equipo. En el aspecto positivo, destacan las individualidades que Lobera desea convertir en un todo global. Tres nombres propios en la parcela ofensiva brillan con luz propia: Nauzet Alemán, Vitolo y Momo. Y en el medio destaca Javi Castellano, un futbolista capaz de recuperar la pelota sin hacer faltas (sólo vio diez amarillas en 40 partidos).
De cara al choque, hay un mal que se ha repetido en los dos últimos partidos del campeonato: las jugadas de estrategia. Las Palmas ha recibido cuatro goles en Liga, de los cuales, tres han sido a balón parado. Ni la plantilla ni técnico han querido obsesionarse con este aspecto. Sin ir más lejos, en la semana de preparación para el partido ante el Alcorcón, no se ha visto que los pupilos de Lobera realicen ningún tipo de ejercicios para corregir este tipo de acciones.
Análisis de Diego Félix, redactor del Diario AS en Las Palmas
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