domingo, 21 de junio de 2009

Copa: ¡Teruel existe!

Copa: ¡Teruel existe!
Cuatro goles de Adriana Martín y otro de Silvia Messeguer remontan el tanto inicial de Mariela Coronel y dan al Espanyol su cuarta Copa de la Reina

Manuel Galán (Futfem.com)
El Espanyol se ha proclamado campeón de la Copa de la Reina en La Romareda tras vencer el Prainsa Zaragoza por 5-1. Póker de Copas para las pericas gracias a otro póker, éste de goles, para Adriana Martín y un tanto más, de Silvia Messeguer. Cinco goles turolenses, cuatro con la firma de una natural de La Puebla de Valverde y uno más con sello de Alcañiz, que valen el primer título nacional para las catalanas en tres años.

Sin embargo, la final empezó con color blanquillo, porque nada más empezar, un lanzamiento de falta ejecutado con maestría por Mariela Coronel ponía el marcador en franquía para el Prainsa. Escorado a la banda derecha, el disparo de Mariela fue imparable para Cristina. La repleta tribuna de La Romareda estallaba en aplausos pensando en un sueño que estuvo cerca de ser una realidad si la misma Mariela hubiera acertado a rematar de cabeza un buen centro desde la derecha cuando entre ella y la línea de gol sólo estaba Cristina Prieto, pero la ocasión se fue al limbo.

El Espanyol se sobrepuso enseguida. Sara Serna probó suerte a la escuadra y se topó con una magnífica intervención de Pilar Velilla. Una ex del Prainsa, Silvia Messeguer, resquebrajó los deseos de campeón de las zaragozanas con un chut raso y ajustado al palo izquierdo de la meta maña nueve minutos después del 0-1. Fue un saque de esquina de Adriana cuyo despeje, a la frontal del área, cayó a los pies de la centrocampista de Alcañiz que no se lo pensó dos veces y entre una marea de piernas encontró el hueco justo entre los guantes de la cancerbera maña para alojarlo en el fondo de las mallas.

El Espanyol se adelantó gracias a un contragolpe ejecutado a la perfección por Adriana Martín, que daba comienzo a su festival con un gol pleno de sangre fría. Sola ante Pilar, aguantó lo justo para buscar el sitio por donde poner el 2-1 mediado el primer tiempo.

El Prainsa se sobreponía como podía al resultado, buscando especialmente las entradas por la derecha de Ana Borges, de las mejores por el bando local. Sin embargo, los deseos de igualada para el cuadro de Alberto Berna morían en la línea de tres cuartos rival, pues el centro del campo espanyolista, comandado por Miriam Dieguez y Messeguer era un muro casi infranqueable. Por las bandas, sólo en la derecha encontraban huecos las blanquillas que, no obstante, se aferraban a la ilusión para no desconectarse del encuentro.

El árbitro añadió un minuto al primer tiempo, y por ahí empezó a morir la final. Faltaban apenas quince segundos para el 46' cuando Adriana anotó el 3-1. Recibió el balón en el área, hizo un sombrero a una de las centrales y sin dejar caer el cuero, detuvo el tiempo, elevó el balón con un toque sutil, y dibujó una parábola que superó por alto a la portera maña. El fútbol castigaba con goles la falta de ideas en ataque de las locales, mientras que el Espanyol se marchaba al vestuario con una sonrisa, la de la goleadora turolense celebrando el tercer tanto de su equipo junto con sus compañeras.

Las anfitrionas salieron a por todas en la segunda parte. Más ánimos y mucha actividad, de nuevo insistiendo por la diestra, pero con el mismo resultado. Ni un disparo a puerta. Ante esa tesitura, cada ataque blanquiazul activaba la psicosis en la defensa local y en los aficionados maños, que se quedaron mudos cuando Adriana volvía a sacar el toque de terciopelo firmando el cuarto con un soberbio lanzamiento de falta.

Para entonces, el partido estaba terminado 'de facto', pero el Prainsa quería despedirse con la cabeza bien alta. La entrada de Leti dio más viveza a la banda izquierda, y Berna también buscó reforzar el centro del campo y el ataque con la entrada de Clarisa y Marieta, pero su esfuerzo era estéril.

Las locales insitían, pero más por inercia que por convicción. El Espanyol se veía campeón, y en un despiste defensivo, Adriana puso el último botón al traje de campeón que se habían hecho las pericas. Se metió entre las centrales locales, ganando la espalda a Almudena, y con un toque suave puso el quinto en el marcador mediada la segunda parte. Puede sonar a castigo excesivo, pero la ley del fútbol, como la del Viejo Oeste, sólo entiende de balas.

Cuando la final vivía sus últimos segundos, el Prainsa dispuso de su mejor ocasión desde el fallido remate de Mariela en la primera parte. A Leti, en el área pequeña y sola ante Cristina, se le hizo de noche cuando intentó colar por bajo el balón, pero la meta de Igualada lo envió a córner. Ese saque de esquina acabó con un remate al larguero, y tras él, abrazos, lágrimas, dedicatorias... o lo que es lo mismo, una final de Copa.

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