jueves, 18 de julio de 2013

Sergio Lobera, la ilusión de una isla

Sergio Lobera, la ilusión de una isla

Domingo Pérez
En un deporte tan universal como es el fútbol, los sentimientos tienen más importancia de lo que pudiera parecer. Las emociones están a flor de piel, y la línea que separa la adoración del odio es muy estrecha. Que se lo pregunten a Mourinho. Venerado por todo el madridismo tras lograr la Liga de los récords, para marcharse tan solo un año después, en medio de los pitos y críticas de los que antaño lo aclamaban. O a Fernando Vázquez, al que la afición del Deportivo de La Coruña lo para en las calles para demostrarle su inmenso agradecimiento, a pesar de no lograr el objetivo de la permanencia en Primera División.
Sergio Lobera durante un entrenamiento | Foto: Ferrán Casals
Sergio Lobera durante un entrenamiento | Foto: Ferrán Casals
En Pío XII se vive una situación parecida. El club se marcó como objetivo para esta temporada subir a la Liga BBVA. Sin embargo, tras llegar a los play-offs de ascenso, el equipo fue derrotado por la UD Almería, equipo que a la postre acabaría subiendo. Aunque la afición se llevó una desilusión (lógica a fin de cuentas), no ha afectado para nada a la estima que le tiene la parroquia amarilla al entrenador. Sergio Lobera. El míster.
El cariño que le profesa la hinchada al técnico es total. Se demuestra en cada ocasión en la que el entrenador hace aparición en un acto público. La labor de Lobera al frente del equipo empezó con mal pie, con una serie de partidos sin conseguir la victoria que provocaron rumores de que iban a destituirle. Hasta que llegó la eliminatoria de Copa del Rey ante el Racing. El equipo consiguió eliminar al conjunto cántabro, tras una estupenda prórroga. Durante el partido, y con la continuidad del técnico en el alambre, la afición demostró que estaba con su entrenador, algo que Lobera y todo su cuerpo técnico recuerda con cariño y gratitud. En ese momento, la dinámica del equipo cambió. Se pasó de estar en puestos de descenso a alcanzar los puestos de promoción. Una dinámica de 14 partidos sin perder que llevaron la ilusión a toda una isla. La afición comenzó a corear el nombre del míster en la grada, se creó “el Loberismo”, como si del mismísimo Pep Guardiola se tratara. El juego a veces no era muy vistoso, pero los resultados acompañaban y la hinchada estaba exultante. A pesar de las dudas normales que se pudieran dar, todos confiaban en que este año sí. Este año era el bueno. Como en Fuenteovejuna, todos a una.
Desafortunadamente, la historia no tuvo final feliz, y el club amarillo continuará una temporada más en Segunda División. Aún así, no hay aficionado de la UD que no esté “a muerte” con el técnico de la cantera azulgrana. Se nos avecina un verano movidito, y que nos puede dejar una plantilla, a priori, de menor nivel que la de la campaña pasada. Las cesiones de Murillo y Thievy expiraron, y va a ser casi imposible que los dos sigan en la isla. Además, Vitolo cambió el sol canario por el sevillano. Para paliar estas bajas, el club se ha reforzado, a día de hoy con Máyor, Xabi Castillo y la vuelta de Ángel López y Juan Carlos Valerón. La llegada del hijo pródigo, el mago que nunca pierde la sonrisa, el eterno 21 que vuelve a casa para retirarse dejando al club en el lugar que le corresponde: en Primera, unido a la labor de un técnico joven, que ha demostrado estar cualificado para el primer nivel, y que está comprometido con la causa, hace que la ilusión de una hinchada que nunca se rinde no haya decaído. Más allá del juego, más allá de los resultados, todo aficionado amarillo debe estar agradecido al técnico zaragozano por algo muy simple, pero que es una de las cosas más difíciles de conseguir: devolver la ilusión a toda una isla. Empieza una nueva temporada, el objetivo de ascender a la Liga BBVA será muy difícil, pero cualquier aficionado amarillo lo tiene claro: “Con Sergio Lobera, nos vamos a Primera”.
Pancarta dedicada al técnico de la UD
Pancarta dedicada al técnico de la UD

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